En Inglaterra, a partir del Siglo XV, comenzó un largo proceso de transformaciones en la agricultura. En forma lenta, pero ininterrumpida, los terratenientes (propietarios de grandes extensiones se tierra) comenzaron a colocar cercos en sus propiedades y a tomar como suyas las tierras llamadas comunales, que eran tierras o bosques de uso común que garantizaban las necesidades básicas de los campesinos que las habitaban. La producción agrícola comenzó a aumentar. Ya no se trataba de producir sólo para el propio consumo, sino para vender y obtener ganancias.
Los más afectados fueron los campesinos, que perdieron sus medios de subsistencia y se vieron obligados a trabajar como jornaleros en los campos de los terratenientes o a trasladarse a las grandes ciudades en busca de otras oportunidades.
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